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Con el paso de los años las personas van perdiendo movilidad, agilidad y capacidad de mantener la estabilidad. Estos cambios conllevan una disminución de los mecanismos de control y corrección postural, lo que supone un aumento de la dificultad para mantener el equilibrio, aumentando el riesgo de caída. Algo realmente preocupante si se tiene en cuenta que los mayores de 65 años son quienes sufren más caídas mortales, siendo estas la segunda causa mundial de muerte por lesiones accidentales o no intencionales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las caídas constituyen un problema muy frecuente entre la tercera edad, y no se les da la importancia que requieren. Es más, suele pensarse que son consecuencia natural y normal en el proceso de envejecimiento de toda persona. Sin embargo, las caídas pueden enmascarar alguna patología o ser signo de alguna enfermedad, por lo que es importante tenerlas en cuenta cuando se producen. Entre sus causas se encuentran los trastornos del equilibrio, muy presentes en personas mayores. Estos se caracterizan por la sensación de inestabilidad, mareo o vértigos, ya que afectan a la postura y a la orientación espacial de la persona. Esto ocurre cuando el cerebro no recibe de forma correcta la información que envían los sentidos de la vista, el oído y receptores propioceptivos que detectan la posición del cuerpo y la cabeza en el entorno. Por esto, es muy importante una evaluación por un especialista en Otoneurología para determinar dónde está la causa del trastorno del equilibrio.

De hecho, las caídas se están convirtiendo en un grave problema de salud por las consecuencias que estas suponen, tanto físicas como psicológicas. Entre las lesiones físicas más habituales están las fracturas, sobre todo la de cadera. Mientras, las consecuencias psicológicas o el llamado “síndrome postcaída” son, por ejemplo, la dependencia por el miedo a caerse de nuevo, la pérdida de autonomía -por la sobreprotección de familiares- o el cambio de los hábitos de vida a unos más sedentarios, reduciendo las actividades habituales laborales o de ocio.

No existe un tratamiento farmacológico efectivo para las alteraciones del equilibrio que aparecen con el envejecimiento; también llamado presbivestibulopatía. Es más, la sobremedicación suele ser una de las causas de este tipo de problemas. Lo mejor, para estos casos, es tratar y controlar la enfermedad de base que ha originado los trastornos de equilibrio.

La rehabilitación vestibular está indicada con el fin de que el paciente mejore la coordinación y pueda acostumbrarse a tolerar sus propios movimientos; también ayuda a ganar confianza y disminuye el riesgo de nuevas caídas. No hay que olvidar, por supuesto, la práctica de ejercicio físico con moderación.

También es necesario informar de las estrategias de prevención de las mismas, como evitar espacios con poca luz, suelos demasiado encerados o deslizantes, alfombras gastadas, objetos que obstaculicen el paso o usar el calzado adecuado, entre otros.

Con todo esto, la persona con este tipo de trastornos va a mejorar su estabilidad para evitar la dependencia de terceros, ganar confianza en sí mismo y aumentar su autoestima; y sobre todo prevenir futuras caídas.

Servicio de Otorrinolaringología